México, Estados Unidos y Canadá forman parte de una región no únicamente geográfica sino también económica, en donde el TLCAN asegura la libre circulación ce capitales y de mercancías. Desafortunadamente los gobiernos de los tres países no han logrado introducir en el tratado la libre circulación de personas como podemos verlo en la Unión Europea. Éste es un sesgo que nuestro "bloque" económico tiene y una deuda con los miles de migrantes que viajan, sobre todo, de sur a norte. La disparidad económica entre México y los otros dos países es significativa, sin embargo creer que abrir las fronteras a las personas significaría quedar inundados por mano de obra barata y extranjera es un error. Actualmente las fronteras se cierran ante el tránsito de personas, las políticas migratorias se endurecen y los resultados están muy alejados de una disminución en el flujo migratorio. En cambio, el atropello a los derechos humanos, las constantes muertes en las zonas fronterizas y el creciente tráfico de migrantes es producto del endurecimiento de las políticas migratorias.
Alemania entendió desde hace unas décadas, la importancia de impulsar a la que asumía como su propia región. Apoyó inmensamente a los países que se enfrentaban con circunstancias económicas desfavorables como en un momento lo fue España. La Unión Europea ha entendido que el único modo de competir mundialmente era formando una región fuerte. Estados Unidos y Canadá no la han entendido aún, nos miran con recelo y definitivamente no nos consideran sus pares.
Cualquier argumento que pueda dar el gobierno de Canadá queda invalidado porque esta medida es arbitraria y unilateral, más allá de la pésima implementación de la misma.
El gobierno mexicano mediante la Secretaría de Relaciones Exteriores debería firmemente exigir la eliminación del trámite de visas para viajar a Canadá la cual implica una relación desigual entre ambas naciones.
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